Sistema Nervioso Autónomo y su relación con nuestros órganos

Muchas veces sentimos síntomas físicos sin una causa aparente: dolor de estómago, presión en el pecho, nudo en la garganta, taquicardias, cansancio extremo.

Vamos al médico. Nos hacen pruebas. Y nos dicen: “no tienes nada”.

Pero tú sí sientes algo.

Ese "algo" tiene que ver con tu sistema nervioso.

 

¿Qué es el Sistema Nervioso Autónomo (SNA)?

Es la parte de tu sistema nervioso que regula de forma automática las funciones vitales: respiración, ritmo cardíaco, digestión, temperatura, entre otras.
No lo controlas con la voluntad. Pero sí responde a cómo te sientes.

Su trabajo es mantenerte viva y segura, adaptándose a lo que percibe como amenaza o calma.

 Se divide en tres grandes ramas:

 

1.Estado simpático: lucha o huida

Este es el estado de supervivencia activa.
Tu sistema nervioso lo activa cuando percibe peligro, aunque no sea real, sino emocional o simbólico.

¿Cómo se siente?

  • Taquicardia, tensión muscular, respiración agitada

  • Irritabilidad, urgencia, agobio, ansiedad

  • Ganas de discutir, de huir o de hacerlo todo de golpe

¿Para qué sirve?

Para ponerte a salvo si algo amenaza tu bienestar. Pero el problema es que muchas veces ese peligro es una emoción, una memoria, o una exigencia interna, no un tigre en la selva.

 

2. Sistema Parasimpático Ventral – “Modo calma y conexión”

 Es el estado donde el cuerpo se siente seguro.

 ¿Cómo se siente?

  • Respiración lenta y profunda

  • El corazón late con equilibrio

  • Capacidad de escuchar, hablar con claridad

  • Cuerpo suelto, energía estable

  • La digestión fluye

  • Emociones equilibradas

  • Deseo de estar con otros, pero sin perderte en ellos

  • Aparece la ternura, la presencia, el deseo de compartir

 ¿Para qué sirve?

Para reparar, descansar, sanar, vincularte y regularte. Es el estado donde puedes pensar con claridad, sentirte tú misma y responder con presencia.

Aquí es donde ocurre la sanación.

Este estado está mediado por la rama ventral del nervio vago.

En otro post te hablare del nervio vago. 

 

3.Sistema Parasimpático Dorsal – “Modo congelación”

 Este estado está mediado por la rama dorsal del nervio vago.

Cuando el peligro es tan grande que no puedes luchar ni escapar, el sistema activa una tercera vía: la desconexión.

¿Cómo se siente?

  • Apatía, agotamiento extremo, fatiga crónica

  • Sensación de vacío o  no estar “aquí”

  • Frío en el cuerpo, mirada perdida

  • Dificultad para hablar, moverse, o reaccionar

  • Desconexión emocional

¿Para qué sirve?

Es un mecanismo de defensa ancestral. El cuerpo “se apaga” para no sentir tanto dolor. Aparece en situaciones de trauma, abandono emocional, disociación o estrés crónico.

Este estado aparece muchas veces en personas con trauma.

 

¿Cómo afecta a nuestros órganos?

 Tu sistema nervioso y tus órganos trabajan en equipo. No están separados. Se hablan todo el tiempo.

  • Cuando estás en alerta, tu estómago se cierra.

  • Cuando estás en calma, tu intestino digiere mejor.

  • Si te sientes amenazada, tu respiración se acorta.

  • Si sientes tristeza, aparece un nudo en la garganta o en el pecho.

  • Si hay rabia retenida, puede haber tensión mandibular, dolor cervical, contracturas.

  • Si vives en exigencia, puede que el insomnio o los problemas hormonales se hagan presentes.

 

Cada órgano puede reflejar un estado emocional sostenido.

Y no es que la emoción “cause” la enfermedad directamente, pero sí crea un terreno donde el cuerpo empieza a expresar lo que no pudo decir de otra forma.

 

¿Por qué es importante escuchar al cuerpo?

 Porque el cuerpo no miente.
Y muchas veces, te avisa antes de que tú puedas entenderlo con palabras.

Tu sistema nervioso interpreta el mundo desde la experiencia, no desde la lógica.
Por eso puedes sentirte amenazada por cosas que “no deberían afectarte tanto” … pero tu cuerpo sí las vive como una alerta.

 

 ¿Se puede cambiar este estado?

Sí. Tu sistema nervioso tiene plasticidad.
Eso significa que puede aprender nuevas formas de responder, si le das seguridad, tiempo y acompañamiento.

No se trata de “calmar la mente con pensamientos positivos”.
Se trata de regular el cuerpo para que la mente pueda pensar con claridad.

 

Ejercicios que ayudan:

 

  • Respiración diafragmática lenta

  • Movimiento suave (balanceos, estiramientos, caminar despacio)

  • Autotoque (manos en el pecho, rostro, abdomen)

  • Sonidos vagales (tararear, cantar, vibrar el “mmm”)

  • Orientación visual (mirar a tu alrededor lentamente, con presencia)

  • Hablar con alguien que te escuche desde la calma

  • Usar objetos que den sensación de seguridad (mantas, aromas, muñecos)

 

En resumen

El sistema nervioso autónomo es como el director de orquesta de tu cuerpo. No te sabotea, te protege, pero a veces lo hace con estrategias antiguas que hoy ya no necesitas. No lo ves, pero lo organiza todo desde dentro.

Aprender a reconocer tus estados, escucharlos sin juicio y acompañarte desde el cuerpo es el primer paso para sanar.

Y recuerda: no estás sola.
Tu cuerpo no está roto.
Solo necesita tiempo, seguridad y nuevas experiencias para sentirse a salvo.


En otro Post te hablaré de esas estrategias antiguas de protección que a día de hoy sin haberlas vivido repercuten en ti. Te hablare del Transgeneracional. 

Excelente video del Instituto Cuatro Ciclos que habla del sistema nervioso autónomo, de la teoría polivagal y su relación con el trauma.

Siguiente
Siguiente

Pensamientos intrusivos