Pensamientos intrusivos

Los pensamientos intrusivos no aparecen porque algo esté “mal” en ti, ni llegan de la nada, al contrario, muchas veces son un mecanismo inconsciente de protección porque nuestro sistema nervioso se siente en peligro, aunque no haya una amenaza real presente, son alarmas internas que se activan cuando algo en nosotros se siente inseguro, una forma que tiene tu mente de evitar conectar con emociones internas que aún duelen demasiado.

 

¿Qué son los pensamientos intrusivos?

 

Son pensamientos repetitivos, angustiosos o irracionales que aparecen sin que los elijas. Pueden tener contenido catastrófico, violento, vergonzoso o simplemente confuso.

Y aunque muchas personas los sienten como alarmantes o “peligrosos”, en realidad no reflejan deseos reales, sino una sobrecarga emocional no resuelta.

 

¿Qué función cumplen?

 

Los pensamientos intrusivos ocupan el espacio mental como un escudo protector. Nos mantienen en la mente, en el control, en el análisis constante… porque ir al cuerpo o a la emoción real puede resultar demasiado amenazante si no hemos tenido recursos para sostener ese dolor.

 

Por ejemplo:

  • Un pensamiento como “¿Y si pierdo el control?” puede estar encubriendo una antigua sensación de no haber sido sostenida.

  • Un pensamiento como “¿Y si hago daño a alguien?” puede cubrir una profunda necesidad de no ser rechazada o una vieja culpa que aún no ha sido liberada.

 

¿Por qué el cerebro crea estos pensamientos?

 

Cuando no nos sentimos a salvo —física, emocional o relacionalmente—, el cerebro entra en un estado de hipervigilancia.
Es decir: empieza a buscar posibles peligros, incluso donde no los hay.

Los pensamientos intrusivos suelen ser una forma de:

  • Anticiparse a algo malo para “prevenir” el daño

  • Mantenernos alerta, por si acaso

  • Evitar sentir emociones que resultan abrumadoras

  • Sostener un control mental cuando el cuerpo se siente desbordado

 

En algún momento, tu sistema aprendió que pensar era más seguro que sentir.

Cuando no pudimos expresar el miedo, la rabia, el dolor o la soledad en un entorno seguro, nuestro sistema nervioso encontró maneras alternativas de gestionar esas emociones: y a veces, la vía es la mente desbordada.

 

¿Qué puedo hacer cuando aparecen?

 

Algunas ideas para acompañarte sin entrar en lucha:

 

1.     Nómbralos con ternura: “Esto es un pensamiento intrusivo. No soy yo. Es mi sistema nervioso activado.”

2.     Vuelve al cuerpo: ¿Puedes sentir tus pies en el suelo? ¿Poner una mano en tu pecho?

3.     Respira largo, no profundo: Exhala lentamente. El peligro real necesita respiración rápida. La calma necesita exhalación prolongada.

4.     Haz una pausa sensorial: Toca algo suave, huele una esencia, escucha un sonido tranquilo.

5.     Haz contacto con el entorno real: Mira a tu alrededor. “Ahora estoy aquí. No estoy en peligro.”

 

 

En resumen:

 

Un pensamiento intrusivo no es una amenaza, es una llamada de tu mundo interno.

Cuando te das permiso para explorar el dolor o la necesidad que hay detrás, los pensamientos ya no necesitan gritar tanto. Porque por fin están siendo escuchados.

  • Los pensamientos intrusivos no son tu enemigo, son un intento de tu cuerpo por protegerte.

  • No hablan de lo que eres, sino de lo que viviste.

  • No se trata de controlarlos, sino de escuchar lo que tapan.

  • Cuando miras con compasión, ellos pierden fuerza.

  • Los pensamientos intrusivos no significan que algo esté mal en ti

  • Aparecen cuando tu sistema se siente en peligro interno o emocional

  • No necesitan corrección, sino comprensión

  • Tu cuerpo necesita volver a sentir que es seguro habitar el momento presente

Nazareth Castellanos nos habla de lo que podemos hacer cuando llegan los pensamientos intrusivos, super interesante

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