¿Qué necesitas: pensar o meditar?

Tu ansiedad… ¿prefiere pensar o meditar?

Pensar es un proceso natural. La mente, por sí sola, genera ideas, creencias, recuerdos. Algunas veces lo hace con intención; otras, sin pedirnos permiso. Pensamos para entender el mundo, para predecir lo que vendrá, para protegernos. Y eso está bien.

Pero cuando la ansiedad entra en escena, el pensamiento se desborda: se vuelve repetitivo, anticipatorio, lleno de “¿y si…?”, como un bucle sin salida. La mente ansiosa tiende a imaginar escenarios futuros negativos, incluso sin una base real. Y esto puede volverse agotador.

Entonces, ¿qué hacemos?


¿Parar de pensar? ¿Meditar?

Pensar es útil, pero no siempre suficiente. La mente ansiosa quiere resolver todo pensando, pero rara vez logra alivio así. Termina atrapada en los mismos laberintos, sin llegar al cuerpo… sin llegar al presente.

“Meditar no es dejar la mente en blanco. Es observar sin juzgar, anclar la atención en la respiración, en el cuerpo, en el momento. Es permitirte sentir lo que hay, sin necesidad de entenderlo todo ahora.”

Y sí: la meditación también puede remover emociones intensas. Porque no solo potencia tu luz, también puede mostrarte tus sombras.


¿Qué dice la ciencia sobre meditar?

La neurocientífica Nazareth Castellanos, experta en cuerpo y meditación, explica que esta práctica puede transformar literalmente nuestro cerebro y nuestra forma de sentir.

Beneficios observados:

  • Calma la mente: reduce el ruido mental y ayuda a enfocarte en el presente.

  • Disminuye el estrés y la ansiedad: mejora la regulación emocional.

  • Fortalece el bienestar: genera cambios positivos en el sistema nervioso.

  • Cambios estructurales en el cerebro: aumenta la conexión entre áreas clave, y fortalece zonas asociadas a la atención y el autocuidado.

Pero no es para todos, ni para siempre:

“La meditación no es una pastilla mágica, ni una moda más.” — Nazareth Castellanos

  • No es lo mismo que relajarse: no siempre genera calma inmediata. A veces remueve.

  • No es recomendable en ciertos estados de salud mental: como brotes psicóticos o disociaciones.

No hace falta empezar con mucho: basta con unos minutos al día, de forma progresiva y amorosa.

Escucha a tu cuerpo, no al ruido de afuera. Antes de seguir una tendencia, escucha tu cuerpo. No necesitas meditar como “deberías”. Necesitas conectar contigo, a tu ritmo.

Si te resuena, te invito a comenzar con esta breve meditación de menos de un minuto para que puedas ir poco a poco, con meditaciones cortitas, amables, sin exigencias. Para ir ganando seguridad, confianza, y dejar que el cuerpo te guíe. Si quieres seguir profundizando, te acompaño con pequeñas meditaciones que podrás encontrar en mi web.

Estoy aquí para acompañarte, sin juicios, paso a paso.



Sígueme en Instagram: @irenebenitezterapia

para más contenido, prácticas somáticas y reflexiones.




Siguiente
Siguiente

La forma en que aprendimos a vivir en nuestra infancia, influye en cómo vivimos nuestra vida de adultos.