La forma en que aprendimos a vivir en nuestra infancia, influye en cómo vivimos nuestra vida de adultos.
Hoy quiero hablaros de la influencia en nuestras vidas del tipo de apego que tuvimos en nuestra infancia.
¿Sabes que es el apego? Pues el apego es el lazo emocional que une al bebe con sus figuras de referencia, sus cuidadores que normalmente son papa y mama.
La forma en la que nuestros cuidadores se interesaron por nosotros ha moldeado nuestra forma de ver y sentir el mundo.
Somos seres relacionales y necesitamos sentirnos seguros y apoyados en nuestras relaciones, si el apego que tuvimos en nuestra infancia no nos proporcionó seguridad y apoyo nuestra vida adulta será más difícil, ya que la viviremos a través del patrón aprendido.
Según la teoria del apego de John Bowlby y ampliada por Mary Ainsworth los diferentes tipos de apego son:
Apego seguro
Apego inseguro y dentro de este el apego evitativo, el apego ansioso-ambivalente y el apego desorganizado.
Estos estilos de apego se desarrollan en la infancia e influyen en como nos relacionamos con los demás a lo largo de nuestra vida.
Apego seguro
Es el más sano de todos, caracterizado por la incondicionalidad, el niño/a sabe que sus padres o cuidadores no van a fallarle. El niño se siente querido, valorado y aceptado. El cuidador está atento y preocupado por comunicarse con el recién nacido, cubriendo sus necesidades fisiológicas y emocionales.
Este tipo de apego se manifiesta cuando somos adultos:
Tiene buenas relaciones con los demás que son duraderas y de confianza.
Tiene una buena autoestima, lo que le da seguridad.
Disfruta de las relaciones íntimas.
Busca apoyo social, sin miedo.
Le gusta compartir sus sentimientos.
Apego evitativo
Suele desarrollarse cuando los cuidadores fueron personas frías a nivel emocional. A pesar de querer al niño no lo demostraban a nivel emocional y no generaron suficiente seguridad en él, por lo que asumió que no podía contar con sus cuidadores, lo que le provoca sufrimiento.
Las personas con apego evitativo suelen tener problemas para intimar física y emocionalmente con los demás.
Este tipo de apego se manifiesta cuando somos adultos:
Problemas para intimidar.
Relaciones superficiales.
No expresan sus emociones en sus relaciones.
No sienten angustia ni tristeza cuando se acaban sus relaciones.
Incapacidad para compartir pensamientos o sentimientos con otros.
Miedo al compromiso.
No se conectan con sus emociones.
No se sienten validados.
Apego ansioso ambivalente
Se caracteriza por el miedo y rechazo al abandono, una gran dependencia emocional y constante por la validación por parte de los demás. Suele ser consecuencia de una crianza inestable donde no se estaba en sintonía con las necesidades del niño, unas veces muy mimosos, otras distantes e indiferentes.
Este tipo de apego se manifiesta cuando somos adultos:
Se muestran reacios a acercarse a los demás.
Preocupación e inseguridad respecto a la pareja (si la quiere, la engaña…).
Relaciones frías, distantes y desconfiadas.
Gran desconsuelo cuando la relación se rompe.
Apego desorganizado:
Implica comportamientos extremadamente inconsistentes además de una gran dificultad para confiar en los demás
Este tipo de apego se manifiesta cuando somos adultos:
Dificultades para ver a los demás sin distorsiones significativas.
Disfunción a la hora de formar relaciones y afectos emocionales.
Relaciones volátiles.
Algunas personas con trastornos de la personalidad tienen este tipo de apego desorganizado.
PODEMOS CAMBIAR EL EFECTO EN NUESTRAS VIDAS DEL APEGO RECIBIDO MEDIANTE LA REPARENTALIZACION
La reparentalización es una técnica que permite a los adultos proporcionarles a sí mismos el cuidado y la atención que no recibieron en su infancia. Se trata de un proceso terapéutico donde se buscan satisfacer las necesidades emocionales y/o físicas insatisfechas durante la infancia, a través de la autorregulación y la autocompasión.
El proceso de reparentalización implica:
Identificar las necesidades insatisfechas:
Reconocer qué aspectos de la infancia fueron deficientes en términos de cuidado, apoyo, límites o afecto.
Desarrollar la autocompasión:
Aprender a ser amable y comprensivo consigo mismo, reconociendo y validando las propias emociones.
Establecer límites saludables:
Aprender a protegerse y a decir "no" cuando sea necesario, tanto en relaciones interpersonales como en el ámbito personal.
Desarrollar la autorregulación emocional:
Aprender a gestionar las emociones de manera efectiva, reconociéndolas y regulándolas sin caer en patrones dañinos.
Fomentar la autoconciencia:
Aumentar el conocimiento de sí mismo, comprendiendo las propias necesidades, deseos y límites.
Reflexionar sobre el pasado:
Analizar cómo las experiencias infantiles han influido en el presente, sin caer en victimización.
Practicar el autocuidado:
Realizar actividades que promuevan el bienestar físico, emocional y mental.
BENEFICIOS DE LA REPARENTALIZACION:
Reducción de la ansiedad y la depresión.
Mejora de la autoestima y la autoimagen.
Desarrollo de relaciones más saludables y significativas.
Mayor resiliencia emocional y capacidad para afrontar los desafíos.
Aumento de la autoconciencia y la comprensión de sí mismo.
Mayor capacidad para establecer límites y protegerse de situaciones dañinas.
La reparentalización puede ser una herramienta valiosa para aquellos que buscan sanar heridas emocionales de la infancia y construir una vida más plena y satisfactoria.
TERAPIA
Buscar ayuda es importante en este proceso encontrando un lugar donde nos sintamos seguros y sostenidos y acompañados para empezar un trabajo donde aprendamos recursos para regular todo lo que está desregularizado.